NUESTRAS FIGURAS DE AYER
ANTONIO LAVAO ORIADO
ANTONIO LAVAO ORIADO. Silva Rojo, dijó: "En la época gloriosa de nuestro fútbol hemos de hacer notar al medio centro que fue del Atlético Club, como uno de esos juagdores dignos de que se les nombren en cualquier curriculum deportivo, por su constancia y amor al club donde empezó y acabó su carrera deportiva. No fue Lavao un jugador excepcional, pero sí uno de los mejores medios canarios, y a pesar de que otros clubes de más valía y popularidad le solicitaron, él, dando un ejemplo de fidelidad y amor a su club, no aceptó nunca cambiar de camiseta y una vez que lo hizo, volvió enseguida al Club de sus amores.
Ya hemos dicho que como jugador no fue una maravilla, pero tuvo tardes magníficas, que las hubiera rubricado, no ya los ases canarios, sino muchos internacionales. Y es que este muchacho, de regular estatura, de complexión fuerte, agilísimo, poseía una gran visión de juego, y una serie de trucos, que a pesar de emplearlos en todos los partidos, siempre parecían nuevos, sorprendiendo a los contrarios.
La afición grancanaria ha sentido siempre gran cariño por el hombre y el jugador, no sólo por haber sido un medio excelente, sino por su constancia y modestia.
Es posible que nosotros, en aquellos días de pasión futbolera, le hayamos criticado por su prudencia en el juego, pero hoy que vemos las cosas y los hechos con más serenidad, reconocemos nuestra injusticia. Lavao sostenía una familia; un golpe, un encontronazo, podía lesionarle gravemente ¿y después? El club era demasiado pobre, y la ayuda nula; éste y no otro, son y ha sido, el motivo de la prudencia de muchos muchachos, que con condiciones más que de sobra para ser jugadores cumbres de nuestro fútbol, quedaron en honorable medianía, o siendo buenos jugadores, no lograron destacar del montón. Lavao no fue una medianía, sino un gran jugador, y si detrás de él hubiera tenido un club rico, habría sido una maravilla.
Son pocos los que recuerdan a Lavao. Trazamos estas líneas para que la nueva generación deportiva sepa que este muchacho que diariamente venía a Las Palmas, a ganarse el pan para los suyos, aunque pequeño, callado, modesto, fue por aquellos tiempos uno de los jugadores populares del fútbol canario, es decir, uno de esos "ases" de ayer".