Domingo, 11 de abril de 1948
CAMPEONATO DE CANARIAS
MARINO F. C. <> REAL HESPÉRIDES
Una jornada emocionante la vivida en el Estadio Las Palmas
El equipo popular ganó el match proclamándose, merecidamente, Campeón de Canarias
2 - 1. Difícil, pero gran triunfo el del cuadro azul el logrado hoy en el Estadio ante millares de aficionados. Difícil, por que el club lagunero ofreció toda "clase de resistencias" y en algunas ocasiones - por la actuación acertadísima, afortunada, de su guardameta - hizo peligrar el deseo de todos. Difícil, porque tras ser el Hespérides quien abrió el marcador, los azules no contaron con la medular capaz de empujar a los delanteros hacia el logro del anhelo popular. Sin embargo, se salvaron todos los obstáculos - legales e ilegales - y el triunfo merecido, justo, llegó para los populares por diferentes razones.
Fueron los marinistas más equipo en la cancha, pese a no tener la tarde de juego de calidad en ellos acostumbrada. La moral de sus hombres no decayó nunca, y así se logró por lo menos mantener entera la armazón de cuadro, que si bien no rendía lo habitual en belleza, si actuaba con el "patrón" preconcebido y mantenía en todos la ilusión, la esperanza del desquite del inesperado gol lagunero y conseguir el título a que tenían derecho por las brillantes actuaciones anteriores.
Superó el Marino hoy los obstáculos y venció. Ganó el título de Campeón de Canarias y nadie mejor que él puede ostentarlo aquí y allá. Es el cuadro más completo, de mejor juego, y justo es que sea Campeón.
Sin que el acierto máximo estuviera de parte de todos los miembros del club, el Marino fue siempre el cuadro que mejor juego hizo, el que inclinó el dominio de su parte el mayor porcentaje de la hora y media y el que creó situaciones que merecían el gol, aunque a la hora de la verdad fallaran las intenciones y los buenos deseos por la actuación espléndida del meta lagunero, que llegó en diversas ocasiones "a encontrarse" balones que debieron morir en las mallas.
Jugó el Marino más y mejor y, lógicamente, debía conseguir el triunfo. Suyo fue el final y ganó el título de más categoría de las Islas: el de Campeón de Canarias. Por ello y por la forma en que lo ha conquistado, realizando buenas actuaciones, merece una felicitación de todos los aficionados y la nuestra la hacemos llegar a sus directivos, socios, jugadores y eternos seguidores, que hoy tenían motivos más que suficientes para mostrarse alegres, contentos y rebosantes de júbilo.
"¡El Marino es Campeón!" Cantaban los más entusiastas, y lo es por méritos. Es el mejor elogio que podemos hacerle.
Millares de espectadores presenciaron el interesante encuentro de hoy. Tuvo fases bellas, de excelentes jugadas. Y también es cierto que algunas veces se registraron actos que no merecen sino censuras. Antideportivos todos ellos. El Hespérides impuso la "tónica". Y ello no esta bien. El juez debió mostrarse más enérgico. Debió cortar inmediatamente y evitar con ello algo que habría sido más desagradable. Y si no ocurrió fue por la cordura y serenidad que demostraron los jugadores del cuadro Campeón de Canarias, soportando jugadas nada correctas.
Las dos partes fueron de mejor juego y dominio marinista. Sin embargo, el primero en marcar, el Hespérides. Una buena jugada por el centro terminó con un pase de Armas a Florencio, que se internó un poco y disparó cruzado alojando la bola en la red popular. Se ovacionó el gol porque bien lo merecía. Tardó unos minutos en reaccionar valientemente el Marino. Y cuando tras varias jugadas que merecían el tanto, Oramas logró al fin conseguir el de la igualada, se respiró tranquilo. Y el gozo general, el desbordamiento del júbilo, fue cuando en la más bella jugada de la tarde, Pinillas puso fin a la misma con un disparo raso que entró por la parte inferior del marco, junto al ángulo, proporcionando con ello la victoria de los nuestros, obteniendo así el título que hoy ostenta.
Terminó la primera parte con dos-uno en el marcador. La segunda no varió. El Marino jugó con arreglo a lo que estaba en juego, a lo que se podía decir que estaba decidido: el triunfo. Y sin dejar de cuidar la defensa con mucha atención, siguió atacando y dominó, aunque en algunas ocasiones vio también su portería en peligro por las internadas de los extremos laguneros. Las intervenciones oportunas de Acosta y la seguridad en la zaga, impidió todas las intentonas hesperidistas, así como también las no menos felices del trío adversario frustraron todas las ocasiones que la vanguardia azul tuvo para marcar.
Y acabó el partido con ese resonante triunfo azul, saludado al final con una ovación cerrada, de todos los millares de aficionados que se hallaban en el Estadio, cuando las Federaciones de Las Palmas y Tenerife se presentaron en el terreno de juego e hicieron entrega al capitán del Marino de la hermosa Copa de Campeón de Canarias y al Hespérides la de subcampeón. El público puesto en pie, contemplaba el emocionante y deportivo instante, ovacionando en señal de admiración a los que habían conquistado el máximo galardón.
Salió después la masa enorme de aficionados que asistió al Estadio. Comentó el encuentro y demostró su satisfacción por lo que había visto, aunque censuró - como era lógico, "aquellas cosillas" de algunos jugadores y la actuación, no muy acertada, del árbitro tinerfeño, señor Padrón.
Los equipos formaron de la siguiente manera:
Marino: Acosta; Polo, Victoriero; Melquiades, Campos y Juanono; Rodríguez, Zuppo, Oramas, Hernández y Pinillas.
Destacaron la actuación de Melquiades, Hernández y sobre todos Rodríguez, que fue la figura del encuentro
Hespérides: Cándido; Concepción, Jerónimo; Rosado, Domínguez, Arturo; Palma, Pedrín, Florencio, Armas y Anita.
Los laguneros: teniendo Cándido una actuación espléndida. A él debe su equipo nada más que la derrota mínima. Si no... Hoy hay goleada. Bien Rosado y los extremos: Palma y Anita.