Domingo, 14 de septiembre de 1947
Los madrileños defraudaron a la afición Canaria
El Marino puso el toque de calidad, logrando un merecido triunfo
4 - 3. Había un gran ambiente y muchísimos deseos por ver ese juego de los merengues madrileños desarrollado en su totalidad frente al cuadro popular para que éste sirviera de lección y al aficionado de gozo. Y las gradas del Estadio, ante estas perspectivas, reflejaron hoy con elocuencia que las ilusiones del público eran grandes y estaba ansioso por saborear ese juego preciso, conciso, matemático, de tiralíneas, dibujado, de los campeones de España. Pero, ¡qué gran desilusión, que gran contrariedad, que disgusto! El Madrid lo menos que hizo fue practicar fútbol. "Jugó" a otra cosa.
¿Qué clase de juego practican los campeones de España? No lo sabemos. Hoy nos dejaron en ayunas totalmente. ¿Alto, bajo, a media altura? ¿Dónde esa rapidez vertiginosa en la combinación, en la entrega medida, en la colocación exacta, en el disparo potente y con puntería? ¿Dónde? Probablemente la dejaron los campeones en su local social en Chamartín. Nosotros, sinceramente, hemos recibido una gran desilusión.
Teníamos un interés muy grande por ver un once que se moviera en la cancha con arreglo a un sistema técnico de juego y que nos hiciera pasar noventa minutos de gozo ante la maravillosa colocación de los jugadores y el trenzado elegante, veloz con remate fuerte o dirigido con intención y puntería, pero fuimos defraudados completamente por el Campeón de España, que no sabe o no "quiso" ofrecernos ese placer deportivo. Y nos quedamos con las ganas.
Han pasado por Canarias cuadros nacionales y extranjeros. De ellos han aprendido nuestros jugadores muchas cosas y el público ha gozado ante su realización. Podríamos citar muchos, pero nos lo ahorramos porque en la memoria de todos los aficionados está y se recuerda con verdadero agrado y admiración aquellos que jugaban realmente al fútbol, hacían preciosas combinaciones, fintaban con estilo, remataban con elegancia y nobleza, centraban con precisión al compañero mejor colocado y sus medios y zagueros cortaban con ciencia, con energía, para entregar luego al delantero que podía realizar seguidamente el pase adelantado que daba emoción a la jugada y podía ser o no un gol, pero si siempre un momento emocionante, bello. De esto podríamos hablar largo y tendido. ¡Eran otros tiempos magníficos, de verdaderas figuras, de auténticos artistas del balón y del juego!
Pero ha llegado el Real Madrid, Campeón de España ¿y que nos ha enseñado? Algo que no practicamos por aquí: juego violento. Los llamados "merengues" de Chamartín - ¡qué ironías tienen también este "ilógico" en el... "arte" del truco. Usan el codo, empujan, golpean y... ¡hasta luchan! En algunas ocasiones echaron sus "agachadillas". De esto, afortunadamente, no quedarán "enseñanzas" en nuestros cuadros. Sólo en la afición un "recuerdo" desagradable.
El encuentro no tuvo calidad alguna. Sólo el Marino jugó muy bien los quince primeros minutos de la primera parte, en la que rasó la pelota y dominó a los campeones. Debió en ellos hacer un par de tantos nuestro once, pero no tuvo suerte en algunas oportunidades y en otras Zuppo no remató con inteligencia, con serenidad.
Pasado este tiempo, el juego decayó. Levantó la pelota el once local y el Madrid se vio así favorecido, con lo que niveló el dominio y se acercó algunas veces a la zona de Acosta, para disparar mal o crear una situación que parecía terminaría alojando uno de sus delanteros el balón en la red, pero no lo hizo sino en dos o tres ocasiones a base de disparos fuertes, pero sin técnica, sin colocación.
El Marino se enfrentó con valentía al Madrid que ya "jugaba" desconcertado y "pegaba". También respondieron los nuestros. Y el encuentro se deslució más aún. Jugaban los azules con entusiasmo, pero no se pasaban la pelota en los veinte minutos finales con el acierto de los iniciales.
En la segunda parte, que fue donde más cosas desagradables vimos, el Marino se empleó con un entusiasmo bastante grande, que no decayó y así pudo lograr adelantarse en el marcador con un tres-uno, haciendo más tarde posible el cuatro-dos y en los instantes de debilidad en la defensa, con la falta de rapidez de Acosta para salir a interceptar, dejó el marcador llegara a cuatro-tres, que hizo temer por la victoria, si el Madrid aprovecha una oportunidad.
Podemos decir que el triunfo de los azules fue merecido. El poco buen juego que vimos lo realizaron ellos. Hernández fue el mejor jugador sobre la cancha. Él sorteó al contrario con estilo, con habilidad, sin trucos, sin golpes. Él adelantó siempre la pelota correctamente, la entregó a sus compañeros y se ganó las más entusiastas ovaciones del público. Él pasó la pelota bien a Oscar para marcar y para chutar y él no castigó nunca. También el delantero Oscar jugó bien. Su poca fortuna le impidió mojar más veces.
El Marino, repetimos, brilló sobre el Madrid siempre. Se dominó por juego, por un juego de inspiración, rápido, emocionante, siempre que rasó la pelota. Para el Marino fueron las únicas y clamorosas ovaciones de la tarde.
He aquí una película breve del... "partido". Se alinean en el centro de la cancha los jugadores:
Madrid: Bañón; Clemente, Sport; Pont, Ortiz, Huete; Macala, Barinaga, Pruden, Molowny y Alsúa.
Marino: Acosta; Polo, Del Pino; Bermúdez, Oramas, Bartolo; Rodríguez, Zuppo, Oscar, Hernández y Cabrera.
Los jugadores visitantes reciben el homenaje de los muchachos que integran el cuadro local Madrid, de adheridos, haciéndosele entrega a Huete de un banderín, acto simpático que el público aplaudió. Y seguidamente se le entrega al capitán del Madrid la Copa "Palestra" y los madrileños ponen en danza la pelota. El dominio es favorable a los nuestros. Hay un momento de peligro ante Bañón, que no termina en tanto casualmente. A los siete minutos, un centro de Rodríguez, Oscar falla el remate y se malogra un gol claro. El Marino borda buenas jugadas con el balón a ras del suelo. Se le aplaude. El Madrid juega con... energía y un disparo de Oscar es blocado por Bañón.
Sigue el partido con dominio marinista. Y de pronto, un pase de Ortiz a Barinaga, que se adelanta, chuta, pero se va fuera. El juego se nivela a partir de este momento. Y a los veintiún minutos, Ortiz cede a Alsúa, que se interna, sale Acosta, pero la pelota pega en el poste, recogiendo Pruden y hace el primer gol, que se aplaude.
Molowny se retira, sustituyéndole Rafa. Pasa Barinaga a la izquierda. Y a los treinta y tres minutos, Zuppo envía a Rodríguez, quien se adelanta, centra y Oscar manda a las mallas, empatando a uno, en medio de una ovación cerrada. El partido se anima. Azcarate sustituye a Pont. Y a los treinta y ocho minutos un faut contra el Madrid por entrada violenta de Huete. Lo saca Oramas, recogiendo Hernández, que entrega a Oscar y éste cruza a las mallas, dentro de un griterío formidable. Dos a uno.
Clemente resulta lesionado en una "jugada" embrollada ante el marco madrileño, retirándose. Le sustituye Barinaga en la zaga, y Gallardo se alinea de interior.
A los cuarenta y tres minutos un tiro de Cabrera no es gol por milímetros.
En la segunda parte, Sanabria sustituye a Cabrera. Y a los cuatro minutos, colada de Hernández con el empujón correspondiente de Sport, que no se señala y se malogra un gol. Después, un golpe a Oscar, seguido uno de Polo a Pruden y un córner contra el Marino. Rodríguez se escapa a los ocho minutos, centra, Barinaga empuja a Oscar, y penalty, que Bermúdez convierte en el tres-uno. Pruden protesta. El árbitro le amonesta. Vuelve a insistir y decreta su expulsión, cosa que tiene lugar después de requerir la autoridad del capitán del Madrid.
A los quince minutos, una colada de Zuppo que no es gol por falta de serenidad en el delantero azul, que lanza la pelota alta. Después, otra jugada parecida. Y el juego se hace "bronco, muy bronco". Empujones, codos, etc. Trata de internarse Macala, Polo lo traba. Faut. Después, Pont hace una "caricia" a Hernández. Gallardo hace una buena jugada, sujetando bien Acosta el disparo. Polo se retira unos minutos, sustituyéndole Guerra, del Celta. Se reintegra Polo a su puesto, retirándose Bermúdez. Y a los veintiocho minutos, un centro de Vidal lo remata Alsúa de cabeza y hace el tres-dos
Vemos cosas que nos callamos. No son para ser descritas. Y a los treinta minutos una jugada Zuppo-Oscar, se malogra al pegar la pelota en el poste, pero diez minutos después, hay más suerte y el tiro del delantero centro azul llega a la red, haciendo el cuatro-dos, que se ovaciona entusiásticamente. El juego prosigue "duro". Y dos minutos antes de finalizar, un centro de Macala lo remata de cabeza Gallardo y obtiene el cuatro-tres, con cuyo resultado termina el partido.
El arbitraje de don Juan García, muy bien. Supo mantener su autoridad en todo momento y no permitió que sufriera merma.