Domingo, 7 de julio de 1935
EL "MADRID F. C." EN GRAN CANARIA
Los madrileños no pudieron ganarle al Deportivo Tenerife, terminando el enuentro en tablas
0 - 0. Madrid y Tenerife jugaron hoy en el Campo de Deportes España su cuarto partido esta temporada. No parece sino que ello obedeció a un desafío, porque el nuestro es terreno neutral y no presenta cerrado ambiente al equipo madridista si su contrincante es de la vecina isla. Ni aún, tampoco, sí fuera de ésta. Por algo andamos aquí divididos en bandos irreconciliables de marinistas y victoristas. Es, pues, nuestra ciudad el sitio ideal para cualquier equipo forastero, que siempre halla público accidentalmente afecto.
Algunos se ríen de lo del desafío y quieren hacernos creer que el Deportivo contrató este encuentro aquí por mor de las pesetas. Hay otros, sin embargo, que no admiten esta razón tan material, porque dicen saber que el viaje del campeón vecino se hallaba inspirado en el propósito altruista de hacernos gozar un rato de fútbol, ya que los clubes locales se muestran incapaces de hacerlo. Sea una cosa u otra la razón fundamental, lo cierto es que las tres opiniones tienen su poquito de peso y se complementan. Se trataba, pues, de un desafío en campo neutral, que habría de dejar dinero y proporcionar placer a quines lo presenciaran.
No cabe duda que eso del placer, cuando menos, se cumplió. El público, unánime, se mantuvo en su sitio durante los ochenta minutos de juego, sin que nadie sintiera el deseo de trasponer la puerta antes de tiempo. Todo lo contrario; aún hubo quien, al ver que la cosa terminaba con un empate a cero, pidió la prolongación del match, que, naturalmente, no se concedió.
Los dos clubes se alinearon así;
Madrid: Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Souto; Lazcano, Hilario, López Herranz, Leoncito y Diz.
Tenerife: Cayol; Matroyo, Sabina; Arencibia, Nieto, Cubas; Roig, Chicote, Quico, Semán y Quique.
Domingo Morales se encarga de ejercer de juez de paz entre los veintidós y, salvo algún pitazo que pudo ahorrarse, no lo hizo mal.
La pelota, por fin, es puesta en juego, sin que, afortunadamente, haya saque de honor. Todas las líneas funcionan admirablemente, diferenciándose con ello de las telefónicas, por muy automáticas que sean. Se ve que es un desafío, o si no lo es, le parece, que es igual. Los avances de los unos con contestados adecuadamente por los avances de los otros. Unas veces son cortados por los medios o por las defensas y otras culminan en las porterías. En este tejer y desteje destacaron sus perfiles Quincoces, Regueiro, Souto, Hilario, López Herranz y Zamora, por el Madrid, y Cayol, Matroyo, Arencibia, Quico, Semán y Quique, por el Deportivo.
Todo el juego va por el ala izquierda del Deportivo y por la derecha del Madrid. Así, por la posición que adoptan los clubes, no parece sino que por ahí están los mejores. Por eso en el segundo tiempo el juego ha de parecer para la grada del sol; aunque no con la misma intensidad que en el primer tiempo, porque el cansancio de unos hará que el juego se reparta entre todos.
Hay dominio igualado, sin superioridad ni goals. Algunos shoots merecieron entrar, pero los porteros hicieron muy bien en impedirlo. Hubo, sobre todo, un remate de Quico, no muy avanzando el comienzo, que no se tradujo en goal por esas cosas que pasan... Llegó, pues, el descanso cero a cero, tras un juego que satisfizo al público.
Se juega de nuevo, pero no igual que en la primera fase. No es que se haga mal; pero si decae la resistencia física del comienzo y algunos sacan la lengua y carlean como perros sedientos. Sobre todo los delanteros que no quieren dejar en blanco el resultado.
Los tinerfeños llegados en la mañana de hoy para presenciar el encuentro comienzan a impacientarse. Sus nervios se crispan y a modo de bromuro entonan el "Riqui-raque", que servirá de sedante a ellos, pero no a los delanteros de su club, que se dedican a shootar de lejos inocentemente, como si Zamora, aunque no sea ya portero nacional, no fuera hombre para eso y mucho más. Solo vemos un shoot serio, lanzado por Chicote, pero Zamora lo detiene también seriamente.
Los merengues del Madrid shootan con maña intención; pero Cayol les chafa las intenciones, interviniendo eficazmente. Sigue así el match, en descenso, hasta que se aproxima el final, que produce en los jugadores esa reacción que dicen antecede a la muerte, pero no la evita. Y así vemos que Morales pita el final sin que el marcador se inaugure.