Domingo, 15 de julio de 1923
Los "gallegos" en Tenerife
El primer encuentro entre vigueses y tinerfeños se salda a favor de los "locales"
3 - 2. El primer Tenerife frente al Real Vigo. Airoso en su lucha contra el Marítimo, de Funchal, equipo el más completo que recordamos hubiera venido a Canarias, se ofrecía ahora al Tenerife ocasión de contrastar su calidad frente a otro equipo de gran fama.
La prueba es dura. Resentidos y convalecientes algunos jugadores inutilizados temporalmente otros, parece temerario el arranque del equipo tinerfeño jugándose a una carta la gloria conquistada.
No vacilaron nuestros jugadores. Además de su condición de valientes, que les hace amar la lucha contra equipos superiores, saben es en estos partidos donde si no se conquista el placer del triunfador, queda la eficacia de nuevas enseñanzas, de sistemas nuevos que obligan a rectificaciones provechosísimas.
El Real Vigo ha conquistado en la Península un lugar honrosísimo. Basta ser un mediado aficionado a este deporte, para conocer el historial de un Otero, el camino de gloria que va recorriendo Ramón González.
La actuación del Real Vigo en Las Palmas, sosteniendo en escaso tiempo seis encuentros. Dos de ellos contra equipos de la importancia del Raith Rovers, nos confirman su fortaleza y entrenamiento.
Su visita a Tenerife había de constituir un gran acontecimiento deportivo, se explica por esto la inmensa ansiedad, la curiosidad enorme que se despertó en el público.
Reflejando la verdad, diremos que el partido no correspondió ni destruyó tampoco esta expectación. Se desarrolló el juego, sin notas de verdadera emoción, sin que llegara a destacarse un juego definitivo que quedara como recuerdo de la jornada.
El anhelo público se encontró entretenido y siguió curioso las incidencias del juego, presintiendo en cada momento la jugada de la tarde. Inició su entusiasmo con las gallardías primeras del Tenerife al llegar limpiamente a la meta contraria, donde provoca el primer córner a los pocos momentos del partido. Admira la defensa reposada, tranquila, maestra que se llama Otero en el Vigo.
Sigue curioso el duelo de empate y desempate entablado entre ambos equipos, aplaudiendo la uniformidad de avance del Real Vigo, que arrolla primero en magnífica sucesión de pases cortos y cierras después con ataques del equipo en peso.
El público espera sin embargo algo de mayor interés; está seguro que han de surgir de aquel choque entre los animosos jugadores momentos de grandísimo interés. Se apunta el Real Vigo el primer goal por un chut de Nolasco.
Empata el Tenerife con un remate de Graciliano en una melée provocada por una defensa tardía del guardameta del Vigo.
El Real Vigo logra el segundo goal por una mala inteligencia de la defensa y guardameta del Tenerife, y a poco Graciliano, de un formidable tiro, deja establecido de nuevo el empate, que es deshecho pronto por Pinilla de un chut que recordaremos un rato largo. Todo esto en la primera parte, que fue la más animada.
La segunda no varió el tanteo. Dada la forma en que ésta se desarrolló, dominando algo el Tenerife, un empate hubiera sido el resultado justo. Hay que advertir que habían sido retirados del campo dos jugadores del Real Vigo.
Aun así y a pesar de algunas buenas jugadas de los extremos del Tenerife no se consigue el empate, que se estuvo brindando repetidamente y que hasta el último momento, segundos antes de finalizar el encuentro, se malograron por desgraciado chut de Raúl.
En resumen, diremos que, aun teniendo un tiempo del que hoy no disponemos, no creemos que la partida del domingo, por la forma en que se desarrolló, se presta a descripciones detalladas.
El Real Vigo, el mayor honor que aquí le haremos, es decir que no estuvo a la altura de su fama, ni a la que dejó muy merecidamente en Las Palmas.
No jugó Ramón González. A pesar de esto pudo el Real Vigo realizar una labor bastante acertada. No será necesario aclarar que no significan estos comentarios que faltaran en el partido del domingo destellos magistrales que dejaban adivinar un equipo acostumbrado a jugar a jugar en grande.
El Tenerife, conociendo la situación en que la ponía el desentrenamiento del trío defensivo y la ausencia de Cabrera, es necesario convenir que quedó dignamente. Los delanteros trabajaron con más interés que acierto; fueron sin embargo, los que proporcionaron los momentos más alegres del encuentro. Los defensas, bien; de los medios, Cárdenes, hizo una gran labor.
El señor Cruces arbitró la partida revelando gran conocimiento del juego. Se le acusa - creemos que con alguna razón - de haber sido excesivamente severo con el equipo Real Vigo, al que también pertenece. Para casa quisiéramos, sin embargo, al menos durante una temporadita, jueces de campo como el señor Cruces.
Y lo mismo que el público dejó en suspenso su expectación para el próximo partido, también nosotros aplazamos para la próxima revistilla una impresión más completa, si así lo permite, como esperamos, la labor de los equipos.
Estos se alinearon en la siguiente forma:
Real Vigo: Isidro; Otero, Castro; Queralt, Máximo, Hermida; Casal, Nolasco, Charrioni, Daniel y Pinilla.
Tenerife: Baudet; Bello, Arocha; Víctor, Francisco, Cárdenes; Croissier, Sebastián, Raúl, Graciliano y Pérez.