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Pancho Rivero Rodríguez

NUESTRAS FIGURAS DE AYER

PANCHO RIVERO RODRÍGUEZ

PANCHO RIVERO RODRIGUEZ. Un guardameta estelar. El conjunto blanquinegro, es decir, el Real Club Victoria, como casi dice su nombre, no solo ha sido temible enemigo ganando partidos, campeonatos locales y regionales, sino que también de sus filas ha salido grandes jugadores, algunos de ellos campeones de España.

Aunque Pancho Rivero no fue uno de estos últimos, podría considerarse que lo fuese ó como mínimo uno de los grandes de nuestra nación.

Recuerda que en el colegio, siendo niño, ya le gustaba mucho jugar a la pelota, y este deporte llenaba todos sus recreos. Su pasión, defender el arco. Debajo de los palos es donde se encontraba a gusto. Decía: solo he pertenecido a la disciplina de un club, el Victoria y espero que han de pasar muchos años para que me decida cambiar de club.

Pancho Rivero posee las cualidades inherentes a un buen portero: inteligencia, vista excelente, decisión, sangra fría. Es ágil, es seguro, lanza voleas con rapidez, y su corpulencia basta a llenar la puerta, haciéndola muchas veces inexpugnables. Los ingleses suelen decir del "goal-keeper" lo que decía del poeta: que "nace, pero no se hace". Pancho Rivero ha "nacido" guardameta y se ha "hecho" después.

Es innegable que la sobriedad puede tener una deliciosa elegancia. No pocas veces habremos oído exclamar a las mujeres, a quienes hemos de reconocer como reinas de buen tono: "¡Qué sencilla y qué elegante va Fulana"! Esto mismo pasa con el arte de Pancho Rivero.

No lo veréis hacer un alarde de dificultad. No recordamos haber presenciado una filigrana de este guardameta. Todo su trabajo parece sencillo. Cuando atenaza el balón como cuando lo envía a portentosa distancia. Cuando salta para desviar un balón que traidoramente quiere lamer la parte baja del larguero, como cuando se lanza en magnífico plongeón para impedirle que entre saltarín en la meta. Lo mismo al dar un formidable puñetazo que al abanicarlo con una mano. Siempre sobrio, siempre elegante.

Uno de sus mejores valedores ha sido don Federico Silva Rojo que dijo de él:

"Pancho Rivero fue la figura cumbre de los tiempos heroicos del fútbol canario. Como portero fue algo excepcional, único, en aquellos tiempos en que las delanteras sin freno, sin más ley que su propia conciencia, veían en el portero, no un jugador más, sino el obstáculo que se oponía a la realización de sus deseos, sin importarles que pudiera ser o no lesionado; por lo tanto, al portero se le trataba a la patada, y aquí nació la frase que se le adjudicó al Porteño, pero que todos o casi todos los deportistas de aquel tiempo empleaban: "Pelota adelante y brincos al portero".

Nosotros al estudiar el Reglamento quedamos asombrados de aquellas reglas caballerescas, en relación con lo que se hacía en el campo de juego, y tenemos la satisfacción de decir que tanto en nuestras crónicas, como en nuestros consejos a los jugadores, casi todos modificaron algo su forma, demasiado brusca al jugar. No debemos callar que si bien algunos muchachos no hicieron caso de nuestros consejos, en cambio otros los tomaron al pie de la letra; también hemos de manifestar que algunos no sólo no se enmendaban, sino que reprochaban a nuestro proceder en forma violenta. Debido a la brusquedad con que se jugaba al fútbol en aquellos tiempos, nadie quería ser portero; sólo unos cuantos muchachos, por una vocación irresistible, tenían el suficiente valor para jugar en la puerta. Rivero, nació para jugar en aquél difícil y peligroso sitio.

Hoy, cualquier portero de un segundo equipo, sabe como ha de blocar el balón; los entrenamientos, deficientes, pero continuos, ponen a estos jugadores en condiciones de jugar con técnica; por otra parte, el respeto al árbitro hace que las delanteras refrenen sus ímpetus; muchas veces sus malos instintos son refrenados por la autoridad del árbitro, pero en los tiempos heroicos del fútbol no había otra consigna que meter tantos, fuera como fuera, la cuestión era ganar.

Nosotros vimos jugar a Rivero en los últimos tiempo de su colosal actuación; ¡qué agilidad! ¡qué vista! ¡qué forma más estilizada de blocar balones!... Hoy, Pancho Rivero, hubiera superado a Zamora, porque Rivero, como Padrón, era un genio del fútbol. Después vino la agresión, ¿intencionado?, no lo creemos; el acaloramiento, la desesperación, al ver que aquél muchacho lo paraba todo, el apasionamiento del público...

Ya enfermo lo encontramos un día en la calle Obispo Codina y hablamos de fútbol; y - me decía Rivero - desde que me ponga mejor, empiezo a entrenar que ganas tengo de colocarme otra vez en la puerta del Victoria.

El 17 de julio de 1920, falleció Pancho Rivero. Descanse en paz, el portero más grande que ha tenido el fútbol canario; el Victoria, no ha hecho nada en honor de este jugador que le dio tantos triunfos; bien es merecedor de que el Victoria honre la memoria del citado guardameta."