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Partido: 08-07-1923

Domingo, 8 de julio de 1923 

  • RAITH ROVERS
  • REAL VIGO 

Buen triunfo del Raith Rovers sobre el Real Vigo            

3 - 1. Hemos de confesar, que este domingo salimos decepcionados del Campo de Deportes España.

El "Raith Rovers", es un equipo a nuestro modesto entender, de una fortaleza poco común, que cuenta con elementos admirables.

Este equipo, observa una buena colocación. Los jugadores de gran empuje personal, driblan de una manera en la que no hay el embellecimiento con que lo hacen los jugadores nacionales. El equipo escocés dio la sensación de ser un conjunto de once jugadores con su juego habitual, firme, pero defectuoso, en España tal vez, no sería tan importante la serie de sus triunfos.

Los "goals". Uno de ellos se debió a un penalty. Penalty, que fue visto únicamente por el árbitro (del que hablaremos aparte). Otro a causa del efecto del balón, de un cabezazo lo entró el propio Otero, defensa del Real Vigo. El único tanto que puede así calificarse fue el segundo, porqué coronó una bonita jugada.

Y es el caso, que hay un poco de amargura en nosotros. Esperábamos más de los extranjeros. Creíamos que las veces que el balón entrase en la red del equipo peninsular, sería después de verificarse jugadas magníficas, jugadas verdaderamente de profesionales. Pero los profesionales también fuerzan el marco contrario por penalty, lo que es verdaderamente sorprendente. Cuando se desarrolla un juego limpio y acertado, y el amor al deporte supera toda clase de rencillas, los penaltis (que también los hay supuestos) se tiran fuera, y entonces la ovación del público suele ser prolongada y llena de entusiasmo.

El árbitro. Hay que decirle al árbitro que hoy fue completamente parcial. Desde los primeros momentos, este señor, se condujo con una manifiesta parcialidad a favor del "team" escocés. Tocó un penalty que dio origen al primer "goal" en contra del Vigo, que no fue tal. Si siempre hemos creído, y lo hemos pregonado alto también que las apreciaciones del referee son infalibles en el campo de juego, hoy, llevados por un impulso puramente de amor al deporte, decimos, que aquello no nos pareció un penalty.

Pero no fue esto sólo lo que constituyó la deficiente actuación del Juez de campo. Mucha otras cosas vistas pusieron de manifiesto la parcialidad expresada, y como colmo de ellas, el afán persistente de erigirse en capitán del equipo escocés, ordenando la colocación de los que actuaban en el campo, haciéndoles indicaciones tan inoportunas y tan fuera del caso que dieron ocasión a que el público se manifestase hostil a aquella actuación tan poco favorable para quien figura como profesional, y arbitra de una manera tan deficiente.

Bien cara le salió a Real Vigo su caballerosidad al dejar que el equipo escocés designase un juez de campo a su antojo. De esa manera el equipo de Escocia, podrá ser muchas veces vencedor, y es bien seguro que en su carrera deportiva serán pocos los contrincantes. Bien es verdad, que el que tal vez sufriría alguno sería el árbitro...

El juego. En la primera parte, y en los momentos iniciales del juego, el equipo escocés se condujo de una manera admirable. Pero el poco rato, cuando el "Vigo" pudo ya conocer un tanto sus jugadas y empezó este equipo a contrarrestar el juego de aquellos la actuación de los primeros se hizo más dura.

Resultó en el primer tiempo dominado el "Vigo". Los escoceses (entre los cuales figura un verdadero maestro de foot-ball, que creemos ocupa el lugar de medio izquierdo) pasando a lo largo con mucha precisión mantenía en completa nerviosidad a los del equipo peninsular. Se ve en los jugadores de Escocia gran conocimiento del juego, pero no lo bastante para causar serios disgustos a muchos de nuestros equipos nacionales. En general, el juego no tiene la belleza que es peculiar en el que desarrollan los vigueses.

Otero resultó, ante los extranjeros un verdadero coloso. Con jugadores de la categoría - y de la corpulencia - del internacional español, poco daría de sí el equipo escocés. Pero es el caso que no todos los del "Vigo" tiene la corpulencia de Otero y el empuje del maravilloso "back" nacional. Maravillosamente, con nobleza, cortaba los arranques de los escoceses, desbaratando todas sus jugadas.

En el segundo tiempo nos cansamos de aplaudir al "Vigo". La acertada colocación de los equipiers, y ese juego tan peculiar en ellos, llegó a desconcertar a los extranjeros. Toda la línea delantera del equipo peninsular se creció de una manera notable. Y entonces ya no fue el dominio de los de Escocia. El juego del "Vigo" le dio en bastantes momentos superioridad con relación a sus contrincantes e hicieron que trabajase muchos los defensas. En distintas ocasiones fueron comprometidos los momentos para la puerta contraria, pero la falta de un chutador, de la altura de Ramón González, impidió al "Vigo", que no es un equipo de profesionales, introducir "goals", que le hubieran dado no el empate, sino la victoria.

El público, vista la actuación del árbitro, regateó muchos aplausos al equipo escocés, y los prodigó al "team" de la Península.

Y ya no podremos pasar por parciales, pues hemos censurado como estimamos justo al árbitro, hemos de insistir una vez más, en cuanto decíamos al hablar de la partida entre el "Vigo" y el "Marino".

Deben ser dominados los apasionamientos que a nada práctico conducen. El referee es el único Juez en el momento del juego y no respetarle conduce a la anarquía y es en detrimento del deporte futbolístico.

Una vez terminada la partida, el equipo perjudicado por su parcialidad debe hacer las reclamaciones que estime pertinentes y sí se encuentran justas, debe ser descalificado por un Tribunal imparcial, comunicando la sanción a todos los Clubes de foot-ball.