Domingo, 4 de junio de 1950
Ya estamos en la cabeza de la clasificación, a dos puntos de los inmediatos, Imperial y Melilla. Y aunque parece más cómoda nuestra posición no lo es, pues ese tercero en discordia da a los cuatro encuentros que restan más trascendencia. Son encuentros decisivos que por ambas partes serán furiosamente disputados. Es precisamente ahora cuando los partidos toman carácter de importancia decisiva. Dos puntos más pueden suponer el ascenso, y dos menos un aprieto terrible. Tengámoslo muy en cuenta, jugadores y aficionados. A por ellos con valor y coraje, con esa moral combativa que viene coronando nuestras victorias. El tercero en discordia nos obliga a redoblar el esfuerzo. Fe en el triunfo final, pero serenidad, nada de optimismos fuera de lugar. Como empezamos hemos de terminar. La lucha de un lado y de otro el prestigio deportivo de Las Palmas lo exigen. Y ya sabemos todos cómo pelean nuestros jugadores. Esa moral nos alienta.
Unión Deportiva Las Palmas
Por la tradicional rivalidad que aprieta el lazo deportivo de las dos provincias hermanas y por múltiples circunstancias actuales, a nadie puede extrañar ese triunfo tan apurado y mínimo, ni la férrea labor defensiva de los tinerfeños. Las derrotas sufridas por el equipo vecino aumentaban nuestros temores ante este choque. Porque el Deportivo Tenerife venía a luchar con deportividad, como debe ser, nada de concesiones, porque ello no sería deportivo. Sin embargo a nosotros nos consta que más de un directivo tinerfeño hubiera sentido en parte nuestra derrota. "Ya que no hemos hecho nada sería peor cortar la carrera triunfal de ustedes", nos dijo un directivo. Más ello no quería decir que venían a hacer "regalos". Bien claro quedó con la gran resistencia que opuso el equipo blanco. Y si no vencieron fue porque no podía ser, por ser un equipo inferior técnica y físicamente, aunque con altísima moral. El Tenerife actual es un equipo que quiere, pero no puede...
La ausencia de Tacoronte se dejó sentir en nuestro equipo. Ello demuestra lo peligroso que sería si el entrenador se dejara llevar de opiniones y realizara los frecuentes cambios que muchos desean. Y también el valor de la suerte en las lesiones. Lesionado Tacoronte en el último entrenamiento, Nicolás cubrió esta vez su puesto. Nicolás puso su alma en la pelea, pero el muchacho no está en juego. Por otra parte, sus servicios largos e imprecisos desconcertaron un poco el ataque donde Manolín fue el más chutador y si bien todos cumplieron hay que destacar a Cedrés, el discutido Cedrés, que esta vez fue la figura del partido como extremo. Los volantes cubriendo por zona no aciertan con la perfección de cuando lo hacen hombre a hombre. Tatono pecó en algunos momentos de lentitud, quizá contagiado del adversario, más ello no quiere decir que estuviera mal; entregó bien y procuró no pasarse de su zona innecesariamente. En el mismo tono Vieira, aunque en momentos marcara mal, rehaciéndose en instantes difíciles. Se movió bien el trío defensivo, si bien es verdad que el ataque tinerfeño no dio trabajo excesivo. Secó totalmente Juanono a Alejandro y por el centro el ataque vecino no tenía nada que hacer. El poquísimo trabajo que tuvo Montes lo realizó muy bien.
Quitémosle al partido la clásica rivalidad interregional y veremos que del Tenerife no queda mucho. Una tarde muy feliz de su guardameta Manolito, una zaga bastante enérgica y segura a ratos con el galón grueso de Chicho, la figura del equipo, y apenas si queda el tesón combativo de los volantes. Porque ataque no tiene. Marca la pauta Arencibia, con su lógica lentitud y su inexplicable juego aéreo, para que el resto siga el compás del metrónomo del internacional. Exceso de inviernos en las filas tinerfeñas, faltos de savia juvenil y como consecuencia el fondo físico escaso, fondo que hoy lo mantuvo la tradicional rivalidad. Un Deportivo desconocido pero con cuyas líneas tras los cambios necesarios se pueda hacer mucho más. Porque en la vecina isla hay material para conjuntar algo de muchísimo más valor. Ya sabemos que no decimos nada nuevo...
En la resistencia que nos opuso el Deportivo no busquemos más causas que la vieja rivalidad. De aquí parte esa moral que exhibieron. Su juego, en mitad del campo no nos sorprendió ni amenazaba. Temíamos a la buena tarde que estaba haciendo Manolito y la falta de intención en los no muchos disparos de nuestro ataque, y en su poca habilidad y embarullamiento, y hasta sus pequeños momentos de falta de rapidez. Porqué pasados los primeros minutos de mutuo tanteo entre ambos conjuntos el Unión Deportiva empezó a mandar, profundizar y obligar con insistencia a la muralla defensiva que cedía córner tras córners. Al no tener en el ataque otro cerebro que Cedrés y otro gatillo en alto que Manolín, todo juego que no fuera de ellos no destilada peligro si hacemos la salvedad de un par de disparos muy buenos de Padrón. Esta es la causa de que el reloj apurara y el marcador continuara con su marchamo de virginidad.
Había que destacar en los visitantes el trabajo muy acertado de su línea defensiva y la seguridad del meta. En cambio sus volantes eran más frágiles. Y no digamos nada de la parsimonia del ataque...
La mayor entereza física del once local comenzó a manifestarse desde los primeros minutos de la segunda fase. Mayor dominio, más precisión y más artillería, pero artillería "anunciada", sin inteligencia. Esta constancia, con los interiores más a fondo, con un Cedrés con la cabeza enfundada en vendajes por un encontronazo con Chano, de que éste resultó con una ceja partida y el nuestro con una herida en la frente, no por ellos dejó de continuar su gran actuación dando pruebas de un pundonor meritísimo. Más rápida ahora nuestra delantera, desmarcándose continuamente sus hombres y yendo con más precisión al remate, la meta tinerfeña comenzó a sufrir el asalto, y continuaron los córners. Algo desalentadas ya las gradas, allá por el minuto treinta y tres, Juanono recoge un despeje tinerfeño, avanza y bombea sobre la meta adversaria en donde esta concentrado casi todo el equipo, despeja de puños Manolito al propio tiempo que sale de su portería y Manolín remata de cabeza yendo el cuero junto al travesaño a puerta batida para morir en las redes. Tarde fue, pero llegó al fin el muy merecido triunfo. Ya no había nada que hacer por parte tinerfeña. Los nuestros continuaron en la brecha, pero sin que el marcador se moviera más. Solo así pudo ser batido Manolito, el héroe tinerfeño de este día.
El colegiado Campos realizó un fácil arbitraje, sin complicaciones y con errores de poco bulto que en general no manchan su actuación. Muy sereno y atento en las jugadas en las situaciones que más lo requerían. Coadyuvó a ello la corrección y deportividad con que actuaron ambos equipos en todo momento.
Las Palmas: Montes; Castañares, Juanono, Yayo; Tatono, Vieira; Padrón, Manolín, Nicolás, Peña y Cedrés.
Tenerife: Manolito; Chano, Chicho, Llanos; Villar, Victoriano; Juanito, Arencibia, Alejandro, Arbelo y Núñez.
EL PARTIDO VISTO DESDE OTRO ANGULO
El triunfo del U. D. Las Palmas fue difícil, pero merecido. Al final, 1-0 que señalada el marcador no estaba en consonancia con lo desarrollado sobre el terreno de juego. La verdad es que el tanteo debió ser más holgado. Pero también es verdad que lo presentido se hizo realidad, para hacernos pasar una tarde, más o menos, como aquella del Imperial.
A simple vista se notaba la diferencia tanto técnica como física que existía a favor del U. D. Las Palmas sobre el Tenerife. Desde el principio se vio que aquel conjunto no estaba capacitado para cortar la marcha victoriosa del once local, pero lo cierto era que pasaban los minutos sin que quedara demostrado en el marcador lo que el once amarillo merecía por su superioridad patente en el terreno de juego.
Cuando, con el dominio ejercido, se llegó al final de la primera mitad con el 0-0, inmerecido, todo el público tuvo el presentimiento que la experiencia dictó hace veintidós días. No eran vanos los temores que se sentían ante la presencia del once tinerfeño, el que, por aquello de la rivalidad, podía tronchar la más preciada de nuestras ilusiones. Sobre el terreno de juego, la cosa quedó desde el comienzo claramente definida. Pero al no legar los goles, lo único que, en la clasificación, puede señalar la superioridad, todo siguió danzando alrededor del presentimiento que se venía cobijando desde hace unos cuantos días.
El gol, llegado a los treinta y tres minutos de la segunda parte, barrió por todo el malestar reinante para quedar erguido ante el recibimiento apoteósico que se le hizo. Que recordemos, nunca habíamos presenciado la llegada de un gol al que se le diera tamaños honores. Pero, en verdad, justificados. Porque su presencia significaba, al par que seguir en posición magnífica para el ascenso, la tranquilidad - la gran tranquilidad - para los miles de espectadores que habían estado hasta aquel momento con el triunfo pendiente de un hilo.
El partido en píldoras. La primera parte tuvo poco de color tinerfeño. Si descontamos el tiro de R. Núñez que paró Montes, todo queda reducido a escaramuzas aisladas. El U. D. las Palmas mandó siempre, pero se encontró con poca suerte, con Manolito y con la defensa que se defendía tenazmente.
Padrón y Tatono, con tiros que salieron con poca fortuna, fueron los primeros que dieron el alerta ante la portería contraria. Las situaciones de peligro para el once visitante se dieron con mucha frecuencia, pero fueron salvadas por el cuarteto defensivo, que se multiplicó para ello. Aún así, el U. D. Las Palmas con una mayor ligazón en su delantera, de la que faltó Tacoronte, lesionado en un entrenamiento, y sustituido por Nicolás, hubieran podido hacerse con la ventaja desde el principio.
Ya avanzada esta primera mitad, Cedrés apuró una jugada hasta el límite, cediendo finalmente el balón a Manolín el cual no marcó porque su disparo encontró a Chicho en el camino para obligar el córner. Y seguidamente, Manolín volvió a repetir el tiro, ahora con idéntica suerte, ya que Manolito lo salvó en buena estirada.
En la segunda parte fue más peligroso el U. D. Las Palmas, pero el Tenerife también inquietó más que en la primera. En una de las ocasiones que tuvo el once visitante, la que por malograda, creemos fue la causa que no se repitiera la "gracia" del Imperial - Montes desvía el balón apuradamente, valiéndole su arrojo un encontronazo contra el poste, que lo tuvo conmocionado unos minutos.
Lo primero, sobresaliente, que nos ofreció esta fase fue un tiro de Manolín, que paró Manolito con apuros. A continuación, Cedrés, por llegar con unos segundos de retraso, perdió una clara ocasión. Luego el mismo Cedrés y Chano, en un choque se lesionaron, teniendo que ser retirados. El primero reapareció con la cabeza vendada y el segundo con señales de esparadrapo en una ceja.
Más tarde fue Tatono con dos disparos casi seguidos, el que llevó la esperanza a la grada. Seguidamente, un tiro de Juanito, cruzado, pasó a poca distancia de los dominios de Montes. A continuación llegó el gol. Y luego, antes de finalizar un tiro de Manolín que Manolito desvió a córner.
El Gol. A los treinta y tres minutos llegó el gol amarillo que iba a escandalizar el ambiente de una forma aún no conocida: Despejó Juanono un balón, que salió bombeado hacía los dominios de Manolito. Este abandonó la portería y alcanzó a despejarlo. La salida - desde luego, a tiempo - la costó el gol. Porque Manolín aprovechó su corto despeje para de cabeza mandar el cuero a la red.
La actuación de cada cual. El U. D. Las Palmas, aunque mereciera el triunfo holgado. No cuajó una actuación completa. La influencia que ejercía el encuentro con quien podía amargarnos el dulce, prendió en los nervios de algunos elementos que no rindieron por la continua precipitación, lo esperado. Añadámosle a ello la baja de Tacoronte que no tuvo un sustituto eficaz, y ya tendremos la clave de esa actuación irregular.
Las figuras del once local fueron Cedrés, Montes, Castañares, Juanono, Yayo. Los volantes - en el que Tatono tuvo su mayor eficacia por su pretensión perforadora cumplieron. Teniendo Padrón una actuación buena, aunque a veces fuera desafortunada, y actuando Peña irregularmente. Manolín se salvó por su constancia en el disparo.
En una cosa destacaron todos. En el entusiasmo que sacaron a relucir en el afán de salvar el bache que nos presentaba el calendario.
El Tenerife - ya lo hemos dicho - fue inferior al U. D. Las Palmas. Apoyado en la cierta solidez de su sistema defensivo, el once no hizo otra cosa que defenderse. Su delantera se mostró ineficaz pese a los servicios que brindó Arencibia con frecuencia.
El once tinerfeño se presentó con ganas de aguar la fiesta, pero salió defraudado. Acusan pesadez algunos de sus elementos y ello le resta eficacia a la movilidad del conjunto.
El mejor fue Manolito, Chano, Chicho y Llanos, especialmente éste, hicieron un buen partido. Los volantes, estuvieron regulares. Y la delantera flojeó bastante, no solamente a la hora de profundizar, sino cuando había que disputar los balones al contrario.