Junio de 1950
LLEGO EL MOMENTO...
La hora de la verdad
PRIMERA FASE. El Fútbol canario se moría. Las masas se ausentaban más cada vez de los recintos futbolísticos. No se vislumbraba la acción que frenara el desbarajuste que a pasos agigantados se nos echaba encima. Pero un hombre sacudió una idea vieja: incorporar el fútbol canario a las competiciones nacionales. En realidad el momento no era el propicio. No se había aprovechado circunstancias anteriores muchas más favorables. Pese a ello se lanzó la idea, se comenzó a laborar en silencio. Todos los clubes olvidaron por unos momentos su brillante historial y pensaron en el nombre deportivo de Las Palmas. La idea se hizo pública. Y la verdad es que no fue acogida con el entusiasmo que se esperaba si se tenía en cuenta el fin que se perseguía. Se interpretó caprichosamente lo que se intentaba, se desvirtuaba la esencia del proyecto. Las masas se oponían no acudían a las gradas, silbaban, protestaban, no veían "encuentros de entrenamientos", empezaban aportando obstáculos y pretendían cosas sensacionales. Este era el panorama inicial.
Mientras más de uno no ocultaba públicamente su desagrado cuantas veces pasábamos ante ellos, aguantando la incomprensión de una parte, la ignorancia de otra y el terrible apego a colores determinados de otros sectores. Mientras en el reducido espacio del nuevo local social del U. D. Las Palmas, tres o cuatro "locos" procuraban engañarse mutuamente para que el decaimiento no llegara a ninguno. El panorama era tristísimo, desalentador, la nave iba hundiendo la proa... Ellos lo sabían, pero callaban y continuaban metiendo el hombro, creando el optimismo. Faltaba dinero. Muchos jugadores, mal aconsejados, oponían resistencia. Más de un directivo no jugaba limpio... Y así un día, una semana, meses... En las gradas nadie creía en los pechos canarios que cubrían aquellos jerséis amarillos.
Con este terrible panorama se efectuó la primera actuación, precisamente lejos de casa. Y allí comenzó la odisea en la que muy pocos creíamos. Y los pechos canarios bajo el jersey regionalista comenzaron a atraer las masas, a enardecerlas, a hacerles ver que sé no trataba de un club, sino de fútbol canario... Lo demás, ahí está...
SEGUNDA FASE. La hazaña realizada por el U. D. Las Palmas requieren que sea valorada en toda su importancia por los aficionados. Es necesario comprender la empresa en su conjunto; es un disparate - y una injusticia - valorar a un equipo con arreglo al resultado de cada encuentro disputado y no por el conjunto de méritos acumulados a través de una competición, mucho más si esta es de la importancia de la emprendida y felizmente acabada. Decimos esto porque sabemos que más de uno de los que gritan de júbilo pero no ayudan materialmente, han intentado quitar méritos a la valía de nuestro conjunto por los dos resultados últimos...
Nuestra ciudad tiene ya un equipo - su equipo titular - nada menos que en la Segunda División nacional. Lo que otros muchos clubes, por ejemplo el Melilla, ha necesitado una titánica lucha de siete años para llegar a tal puesto, nosotros lo hemos conseguido en una temporada. Quizá ello sea causa de que nuestra afición no de al acontecimiento todo su alcance. Hay que pararse a estudiar serenamente lo que para el fútbol canario significa desde ahora este ascenso que nos sitúa en una empresa gigantesca que requiere el esfuerzo, sin tasa, de todos. El fútbol canario ha lanzado un reto valiente; el reto ha sido recogido y hemos de defender el pabellón futbolístico canario contra todo y contra todos. Pero esto, canarios, supone una labor dura, difícil, de mucha responsabilidad que no puede descansar únicamente en los que desde un principio dieron todo su apoyo y en la algarabía de las gradas...
El Unión Deportiva Las Palmas necesita mucho apoyo de todos. El principalísimo es el de contar con muchos socios, con miles de socios. Esa afición que ha vivido entusiásticamente la odisea, tiene un puesto en la vanguardia de la lucha que se avecina. En la próxima temporada nuestro equipo representativo habrá de efectuar quince desplazamientos a la península. Ello supone parte del precio de nuestra valiente actitud. Pero también hay que pensar en las muchas necesidades que ahora se le presentan al club. Hemos de contar con un equipo potente, digno de nuestra región y de la historia de nuestro fútbol, de su prestigio. Ese prestigio va a defenderlo el U. D. Las Palmas por todas las regiones españolas. Y para ello se requiere la ayuda y aliento material al equipo nuestro. Si después de lo realizado la afición no respondiera y las primeras victorias se oscurecieran por la apatía de la afición, Las Palmas no sería merecedora del esfuerzo que se realiza.
TERCERA FASE. En silencio, sin trompeteos de exagerados optimismos, con el mismo tesón que se empezó la gran empresa, los elementos que rigen los destinos de nuestro equipo titular continúan su incesante tarea en su segunda parte, en la más dura labor de preparar el terreno para contar con un digno equipo y con posibilidades que afiance su desenvolvimiento futuro. Se preguntará el aficionado que es lo que se hace en la cuestión jugadores. A ello hemos de contestar, porque nos consta, que ya se trabaja activamente en tan importante cuestión que, como es lógico, preocupa tanto como su trascendencia obliga. Más este duro trabajo necesita el aliento de todos. Por estar cerca del "cuerpo del delito" sabemos que la reacción de las masas deportivas canarias no se ha hecho esperar; desde los pueblos del interior llegan nuevas inscripciones de socios. En la capital diversos grupos de seguidores realizan constantes campañas para llevar al seno del club el mayor número de inscripciones. En fin, se trabaja incansablemente.
Son muchas las capitales de provincias que por su número de habitantes en relación con Las Palmas han realizado verdaderas proezas para sostener en las categorías nacionales sus equipos representativos. Proporcionalmente nuestra ciudad debe superar a esas provincias en ese aspecto. Y es eso precisamente lo que buscamos. A la altura de nuestra categoría, de nuestra afición y, sobre todo, haciendo honor al prestigio de nuestro fútbol, debemos contar con un gran club y con una afición fuerte y numerosa que viva de verdad todos sus azares. Para ello es imprescindible mover todos los resortes de la ayuda entusiasta. Que nadie quede rezagado. Con admiración, con orgullo de nuestro club, del club de la provincia, con su cantera propia, cantera valiosa que da más mérito a nuestras victorias.
No se descuidan detalles para que Las Palmas posea un equipo digno de su afición. Más esta afición ha de ocupar ahora, cuando lo exige las circunstancias, un puesto en la lucha. Ese puesto se cubre trabajando por llevar socios a sus filas, haciendo ver a los que dudan que no hay banderías de equipos determinados, sino colores canarios, colores que debemos defender con todo coraje por deportivas y por canarios. Que en ese bregar ignorado de los directivos del U. D. Las Palmas, meritísimo por todos conceptos, se vean el principio de nuevas victorias y el acicate que arrastre a los aficionados hacia la ayuda decidida, entera y entusiasta,
¡Canarios, que la bandera triunfante del Unión Deportiva Las Palmas vuelva a recorrer jubilosas las calles de nuestra ciudad, pregonando el entusiasmo y el amor a la patria chica! ¡Hurra! ¡Viva el UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS! ¡Ahí quedó eso!