NUESTRAS FIGURAS DE AYER
JUAN MARRERO PÉREZ
("Hilario Marrero")
Juan Marrero Pérez - (08-12-1905) - Conocido popularmente como HILARIO MARRERO. Según cuenta, en su partida de nacimiento hay un error, que achaca al párroco o a su padre. Lo cierto es que en su casa hay dos Juanes, pero todos lo conocen por Hilario.
Hilario Marrero, es un jugador de "antes" que aprendió a jugar sólo, sin entrenador. No obstante, llegó a ser internacional.
Sus primeras "lecciones" las dio en el Muelle Grande. De allí pasó al Porteño. Luego figuró en el Victoria. Más tarde voló para ingresar en el Deportivo de La Coruña, tras aquella escena del "camuflaje" vestido de mujer, para viajar de incógnito.
El Deportivo era un club modesto y no pudo resistir la tentación de vender a Hilario cuando el Madrid mostró vivos deseos de reforzar su once con el jugador canario.
Y vistió la camiseta blanca, al lado de Zamora, Ciriaco, Quincoces, Regueiro, Lazcano y tantos otros. Y acabó codeándose con los mejores futbolistas de España: fue internacional. Contra Francia en Chamartín; que se ganó dos cero, marcando Hilario uno de los goles; y contra Inglaterra, en Higbury, cuando la derrota célebre.
También obtuvo el jugador canario el premio consistente en una importante parcela de terreno en Madrid, por ser el jugador más destacado de la final de 1934, disputada entre los equipos Madrid y Athlétic de Bilbao. Después, cuando la guerra, volvió a Canarias y jugó en los locales "Victoria" y "Marino". Pero pronto regresó a Vigo. Y más tarde figuró en el Coruña nuevamente.
Cuando colgó las botas fue entrenador. Y tras una competición reñida condujo al Ferrol a la cabeza de la tercera; pasando a la segunda División al ganar la promoción.
Este año entrena al Coruña.
Para él el fútbol actual en relación con el de su tiempo, dice que tardará ser superado. Hay más técnica hoy, desde luego, pero ésta, no de forma extraordinaria, la poseen unos pocos equipos, por ejemplo, el Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia, etc. Hoy el fútbol es más débil se juega con menos hombría, y sin embargo hay más lesionados que en mis tiempos.
Quizás en mis tiempos el jugador más individualista, buscaba con virilidad el máximo rendimiento, ponía el alma en la lucha y no iba a la caza del adversario, sino de la pelota.
Y también es verdad que el jugador estaba menos sujeto a normas técnicas. Jugaba con más inspiración propia y daba todo lo que sabía. El profesionalismo, más acusado ahora que nunca, ha causado estragos en la calidad general de los muchachos. Hoy, cualquier principiante pide el oro y el moro. Y podría decirse - sin temor a equivocarnos - que son casi capaces de no explotar su buena manera, si de antemano no hay mucho dinero.
¡Otra época!
Curiosidades y anécdotas
Hilario se escapa vestido de mujer
Mes de marzo de 1929. Fueron los elementos extranjeros residentes en el país los que primeros reconocieron en algunos jugadores canarios, cualidades equiparables a los más afamados amateur y a no pocos descollantes profesionales.
En la primera visita del Español, fue vencido por un "goal" que le endilgó Padrón.
En el Celta de Vigo 8-0 y en el Budapest F. C. 5-0, encuentros disputados con posterioridad, fue Hilario Marrero el que más descolló.
Los cuatros "goals" del Celta encajados por Hilario, se atribuyeron en parte a la suerte, pero los tres del Budapest lo consagraron como ágil y hábil pelotario, dando lugar a que se lo discutieran como pan bendito el Barcelona y el Español de Barcelona. Concertada ya la oferta con el primero en veinte mil pesetas, el segundo, o sea el Español de Barcelona, ofrece treinta mil al Real Club Victoria por la cesión, pero Marrero, atraído por los aires del Norte, fue a encallar a la Coruña sin importarle un comino el quebranto que a su Club le suponía la tan caprichosa determinación.
Jamás pudieron sospechar los progenitores de Hilario que las patadas de su descendiente fuesen tan codiciadas. Pero no se trata de un caso aislado: Hoy pasa de treinta los pelotarios que han abandonado sus lares, halagados por la gloria pedestre y el vil metal.
Todo esto esta bien, más lo que resulta inconcebible es que los apasionamientos de los aficionados al flamante deporte escalan, las cumbres de la invención y arañan las bóvedas de la fantasía. Está: la fantasía, vistió a Hilario de dama cuando acosado por sus compañeros de Club esquivó el asedio tomando un rincocito del barco sin que la furia pesquisa de sus perseguidores, lo olfatearan, pero estos para no desacreditar sus condiciones detectivescas ante los que tan delicada misión les habían confiado, me lo visten de dama y en este traje ha dado la vuelta al mundo. Tan inaudito parece el que estas cosas se tomen en serio que a veces se pregunta uno si estará descentrado.
Otros cotilleos
Como se escapó de la jaula HILARIO MARRENO
Una feliz ocurrencia del inquieto futbolista. Ocurrió... agosto de 1930. Fue en ocasión del partido Galicia y Madrid jugado en Chamartín.
El equipo gallego, del que formaba parte, como se recordará, el inquieto canario Hilario Marrero, ese canario que es capaz de revolucionar todo, venía dirigido por el caballeroso deportista señor Fernández Mato, alma de aquella organización.
A aquel partido, en que las selecciones de Galicia y Centro iban a medir sus fuerzas, se le dio gran importancia, especialmente por parte de la afición gallega. El equipo gallego vino a Madrid dispuesto a ganar toda clase de precauciones. Había que buscar que los muchachos dieran el mayor rendimiento posible, y a ello iban encaminadas las disposiciones que, emprendida la excursión, dictaba el señor Mato.
Llegó a la corte la expedición y los "equipiers" quedaron instalados en el hotel de Londres.
Mato dio a todos instrucciones. Entonó un canto a la disciplina. Se ocupó del menú. Suprimió los licores. Y... (en esto es en lo que se mostró más inflexible) prohibió las salidas nocturnas.
Antes del partido no sale nadie de casa. Y cuidadito conque alguien pretenda engañarme.
De todos modos, Mato, que conocía bien el "percal", no las tenía todas consigo. Temía las fugas, y para evitarlo se constituyó en guardián de los chicos, procurando no perder de vista a ninguno. Pero llegó la noche de la víspera del partido, y Mato, después de cenar, tuvo necesidad de personarse en la federación para ultimar no sé que detalle de organización del match. Abandonar el hotel a aquellas horas era muy peligroso. Así lo reconocía Mato. Pero no había otro remedio que salir. Y salió, aunque antes, con excelente sentido práctico de previsión, se fue en busca del portero del hotel y le dio unas instrucciones severísimas.
Se puso Mato muy serio y habló así:
- Oiga usted. Por ningún motivo, no bajo ningún pretexto, deje salir a ninguno de los futbolistas gallegos que están hospedados en el hotel. Yo volveré pronto. Que no pase ninguno, ¿eh?
- Descuide usted, señorito. Por aquí no pasa esta noche ni un gallego.
- Habrá propina. Pero mucho ojo.
- Vaya tranquilo
Y Mato se fue.
Arriba, en una de las habitaciones que tenía destinadas, se hallaban reunidos los expedicionarios. Se proyectaban planes de fuga. Pero colectivamente no era posible. La orden que Mato había dado al portero dificultaba también la aventura. ¿Cómo salir? Pero Hilario había hecho el propósito de hacer una escapadilla, y no renunciaba a quedarse en casa. ¡Que no conseguirá un canario! Se quedó de pronto Hilario muy pensativo, y, al fin, dándose una palmada, exclamó: "¡Eureka! Ya tengo la solución"
- ¿Cómo? - exclamaron impacientes los demás.
- Esta noche me marco yo unos pasos de tango en el Maipú. Ahora veréis.
Escalera abajo. Llega el canario a la portería, y le sale el cancerbero guardián al paso. El subalterno que creyó que Hilario era uno de los gallegos que tenía que custodiar, le salió al paso, y le habló con cierta energía.
- ¡Oiga! ¿a dónde va usted?
Hilario se puso grave, y sin inmutarse contestó:
- ¡Pues vaya una curiosidad! ¡Le importa algo a uzte?
El pobre portero se puso de mil colores, y comenzó a dar explicaciones.
- Dispense, señorito. Yo le pido por favor que no tome en consideración mis palabras, me he equivocado.
Y a continuación le contó la historia de los futbolistas gallegos.
Conclusión: Genio y figura de nuestro fútbol de "antes".