HISTORIA DEL FÚTBOL CANARIO
- Retrospectiva -
Liga Interregional (1943)
STADIUM DE TENERIFE
C. D. TENERIFE // MARINO F. C.
EL C. D. TENERIFE, EN UNA JORNADA PLENA DE EMOCION, VENCE AL MARINO F. C.
Calixto y Martín fueron los autores de la victoria tinerfeña
El Estadio registró el mayor lleno desde su inauguración
3 - 0. A media tarde, del sábado día 29 de mayo, irrumpían en la ciudad tinerfeña centenares de aficionados de Las Palmas - cerca de un millar -, con sus megáfonos azules. La bandera de combate del Marino es azul, porque el equipo puso sus primeros cimientos frente al mar, a ese nuestro mar Atlántico que nadie ha cantado tan egregiamente como su poeta el gran Tomás Morales.
El histórico club canario - de la vieja cepa - como el Tenerife y el Victoria -, que arranca en Las Palmas los más ardientes sentimientos deportivos, hizo acto de presencia en Tenerife con una representación copiosísima.
Y hasta con bellas mujeres de la mejor sociedad canaria. El Marino lo cifraba todo en esta gran pugna. Y cuando sus incondicionales llegaban al puerto e invadían las principales vías de la urbe, resonaba por todas partes su entusiasta grito de guerra: ¡Serenidad Marino!
¿Cómo correspondió Tenerife a este alarde de la afición canaria? Como tenía que hacerlo. Una masa enorme de público agotó el papel en las taquillas y llenaba a rebosar el campo. No recordamos una entrada más espléndida. Y un ambiente tan intenso, tan fuerte, que había que vivirlo.
El Tenerife supo una vez más hacer honor a su nombre y a su tradición. Todos habíamos depositado la confianza en los once hombres que visten la camiseta blanca, en una jornada de acusados perfiles de emotividad deportiva. Había una cuenta pendiente. Aquel 5-2 de Las Palmas.
Y se saldó plenamente.
Un poco más de suerte, un poco más de ecuanimidad en el juez rector de la contienda, y el 3-0 rotundo, definitivo del marcador, hubiese sobrepasado en algunas cifras. Pero esta bien. Jugó el Tenerife un gran partido, uno de esos encuentros en que no se deja nada en la caseta. Ni una sombra de duda.
Y el Marino tuvo que rendirse al cuarto de hora de juego, ante una superioridad abrumadora, ante una corriente que desbordaba todos los obstáculos.
Articuló bien todo el cuadro. Firme y segura la zaga. La gran línea media que engarza los nombres de Néstor, Conrado y Victoriano, fue lo mejor y lo más completo. No se puede dibujar cual de los tres estuvo mejor, porque los tres rivalizaron en inteligencia, en técnica y en coraje.
Y un ataque que buscaba siempre el "goal", rompiendo su mordiente ante una defensa extremadamente dura. Con aquellas importantes brechas de Martín, llevándose por rapidez la pelota en alarde de juveniles y magníficas facultades. Para unas veces llegar con ella hasta el fondo de la red. Y otras para caer en la misma boca de "goal", cortada su marcha en la impetuosa acometida de la defensa marinista.
Fue lo más emocionante de esta jornada del domingo, y quizá lo que hiciera vibrar más al público, que llegó a desesperarse cuando al ser zancadilleado el centro delantero tinerfeño en la inminencia del tanto, no sonara el silbato con la pena adecuada. Pero en fin, fue este un episodio más. La historia terminaba con el 3-0. Y la deuda saldada con el aplauso de un público que supo comprender el esfuerzo.
El Marino no encontró posibilidades de una fugaz reacción, porque le jugaban mucho enfrente. No había en este encuentro alternativas. Su delantera no pudo con los tres medios tinerfeños. Ni son defensas con los cinco hombres del ataque, profundos, vigorosos en sus recias acometidas. El primer tanto se produjo a los veinte minutos de la primera parte. Un centro corto de Eusebio y un remate limpio de cabeza de Calixto, que moría en las mallas.
Al cuarto de hora de la segunda parte, Martín marcaba el segundo "goal". De espléndida factura, llevándose por delante la pelota, hasta incrustarla en la red. Y a los treinta minutos aseguraba el Tenerife la victoria, con otro tanto logrado también por Martín, que se acercó a la puerta para fusilar la jugada. Fue esta la breve película del marcador.
Arbitró el colegiado de Las Palmas, el señor Ferrera Ferraz.
Victoria rotunda. De las que dejan huella en el camino del espectador. Porque el Tenerife superó y supo ser el Tenerife. Y ahora... A esperar las jornadas postreras de la Liga. Mucho se ha ganado en estas últimas y difíciles etapas, pero nada esta resuelto en definitiva. Hay que tener aun un poco de paciencia.
Alineaciones:
Tenerife: Abel; Llanos, Basilio, Néstor, Conrado, Victoriano, Eusebio, Alfonso, Martín, Calixto y Rosendo
Marino: Cristóbal; Méndez, Pérez, Farías, Campos, Bartolo, Sanabria, Polo, Rodríguez. Jerez y Mingine.
EL ENCUENTRO VISTO DESDE OTRO ANGULO
- Tenerife se aproxima a la cabeza de la Liga.
- En una jornada llena de emoción batió al Marino con brillantez.
Un Marino con exceso de dureza. Hay maneras de perder y dejar entre el público una estela de simpatía. Y existe también una modalidad opuesta, no tan simpática y digna de elogios. Entre las dos, el once marinista optó por la última, sin resultado positivo el móvil que era marcharse imbatido.
Con o sin violencia, pero jugando tal cual lo hizo el Marino hoy en el Estadio, debía perder. Porque no era suficiente la dureza para neutralizar la superioridad blanquiazul y en tal caso más agradable para el espectador, y en este momento para nosotros - hubiera sido elogiarles un juego más eficaz y bonito - del que no carecieron a ratos - pero sin las ráfagas de mal humor que lo agriaron.
No fue el once entero el que no supo aceptar las posibilidades de triunfo tinerfeño que el transcurso de la lucha iba reflejando. Fueron unos cuantos elementos de menos adaptación a las contrariedades. Puede decirse que fue principalmente la línea zaguera y medio derecho, sobre todo Diego Ramos. Ferrera Ferraz, ante el sello violento que este defensa imponía en el desarrollo de la contienda, totalmente desplazado, inútil y lastimoso, hubo de recurrir con exacto criterio de expulsarle del campo a mediados del segundo tiempo, cuando ya había hecho caso omiso de las recomendaciones del árbitro para la contención de su fogosidad, que sin contemplaciones en el empleo de la carga o del puntapié ilegal quería evitar los avances del contrario.
Probablemente el Marino hubiera sacado más provecho sin las violencias que motivó la expulsión de Ramos, las cuales a nada conducen. Téngase además en cuenta que cuanto éste jugador abandonó el campo, los azules tenían en el marcador, un tanto en contra. Y era precisamente, cuando todos admitíamos la posibilidad de que se llegara a igualar la contienda.
Triunfo justo del mejor equipo. A todas luces, el resultado fue completamente justo. La sensación de superioridad tinerfeñista fue siempre indiscutible. Jamás llegó a igualarla el Marino en potencia, fondo y juego. No cabe la menor duda que el marcador fue fiel espejo de lo que ocurrió sobre el terreno.
Ahora bien, el Tenerife pudo haber logrado una goleada de escándalo. Le hubiera bastado para conseguirla una mayor serenidad en Martín, que no sabía dar fin preciso y tranquilo a sus atrevidas internadas por el centro ganando por piernas a la defensa. Otras veces, el tanto no llegaba por Ramos y Méndez iban en sus entradas "a por el que se ponga por delante". Martín vio muchas veces como sus tobillos echaban chispas. El árbitro vaciló ante estas acometidas con excesiva dureza. Así vimos un claro "penalty" en el área azul cuando Farías zancadilleó al centro delantero del Tenerife en el momento que le desbordaba y el gol era inminente, que Ferrera Ferraz paso por alto.
El Tenerife otra vez en gran forma. Se ha confirmado rotundamente en este encuentro que el Tenerife vuelve a estar en posesión de una forma espléndida. Se ha recuperado todos sus hombres que están actualmente en su apogeo, en plenitud de facultades físicas. Eran absorbentes, incontenibles. Sus incondicionales paladearon con la natural euforia lo que tanto apeteció este año y que hasta ahora no consiguió.
Repetimos; el Tenerife vuelve a estar en su mejor momento. Sus brillantísimos triunfos de la segunda vuelta así lo vienen atestiguando. Y el Marino, lo ha conocido hoy.
Jugó bien, enteramente bien. Y así es como pudo gozar el público - impresionante masa de espectadores que llenaba de bote en bote el campo, en un lleno jamás igualado en estos últimos años -, de un espectáculo que le satisfizo plenamente.
Se entendió todo el equipo a la perfección. Hubo en el ataque, cambios de una precisión asombrosa, combinaciones entre los interiores que desconcertaban a adversario, infiltraciones en los extremos que requerían el repliegue inmediato del contrincante. Es justo consignar que Alfonso, su interior derecho, realizó el mejor partido que le hemos visto desde que figura en las filas tinerfeñistas, gustándonos en absoluto su actuación como conductor de la línea. Si ha mermado la terrible potencia de aquellos sus famosos disparos de antes, ahora es más inteligente.
Los demás hicieron cosas muy buenas, siendo quizás Calixto el más flojo. En la medular, Néstor fue el mejor, no ya solo de esta línea, sino de todo el equipo. Un verdadero maestro del regate, precisión y colocación. Magnífico también Victoriano, incansable como de costumbre. Conrado, acertado en el primer tiempo, se afianzó luego plenamente. A Abel no le ofreció grandes complicaciones el ataque adversario. Se encargaron de evitarlo sus defensas y él intervino con tranquilidad y colocación.
Este fue el Tenerife que venció claramente, con lógico tanteo, dado su gran juego.
Nos defraudo el Marino. Tal como se desenvolvió sobre el campo tinerfeño, no nos gusto ni pizca el Marino. Quizás muchos de los que lean esta crítica, vayan a creer que su origen nació en la soberbia demostración del adversario. Nada de esto. El Marino pudo y debió hacer más frente al Tenerife, aunque somos los primeros en decir que el resultado del encuentro, tanto con una cosa como otra, hubiera sido siempre, el final, favorable a los blanquiazules.
En lo que estribó el fracaso marinista fue en la nulidad del ataque y en la endeble de su línea medular, sin la solidez que tanto hemos admirado en ocasiones anteriores. Falló Campos, sin encontrar jamás su sitio, decepcionándonos por completo. En el mismo sentido, Farías, aunque éste último se recuperara bastante en el segundo tiempo.
Una de las cosas que no nos explicamos todavía es como el Marino se arriesgó a hacer debutar en este encuentro al joven Pinilla, cuando dada su trascendencia, era más lógico que saliera Sanabria, no por que este rinda más que aquél, sino que la carta decisiva que se jugaban los azules exigía mantener la formación de anteriores actuaciones, sin lanzarse a esta probatura, en la condición del choque. Pinilla fracasó.
Rodríguez fue el más discreto del ataque, moviéndose mucho y derrochando valentía. Polo, más acertado que otras veces, con menos lentitud. Los restantes, muy grises. Minguine ya no es ni la sombra del de antes.
Hemos hablado de los zagueros. Sus violencias les perjudicaron grandemente, siendo ello, una lástima, ya que tanto Ramos como Méndez, con una dureza sin echarse fuera del camino de la nobleza, hubieran favorecido más a sus colores y encrespado menos al público.
Cristóbal tuvo varios errores, aunque salvó algunos balones difíciles. De todas formas, un gol por lo menos, pudo haber evitado. A lo visto en el encuentro, nos queda la duda de sí el Marino será capaz de lanzarse a fondo en estas últimas jornadas ligueras, sin dejarse arrebatar un solo punto más, en la esperanza de que el Tenerife tropiece y él aprovechando la coyuntura, calzarse el título, porque las posibilidades han mermado un poco atrás esta derrota.
Como rodó el balón. El Tenerife mantuvo siempre la iniciativa en el juego, el Marino realizó incursiones peligrosas a sus dominios, pero nunca hicieron pensar en que se tradujeran eficazmente, ya que el ataque azul era siempre contenido por la defensa tinerfeñista y solo de vez en vez surgía un remate adecuado para culminar el trenzado entre la tripleta.
A los veintiocho minutos hizo Calixto el primer gol tinerfeñista. Se había escapado Eusebio y su centro era rematado de cabeza por el interior izquierda, llevando el cuero a las mallas ante la indecisión de Cristóbal, ya que lanzándose hubiera detenido fácilmente. Una ovación atronadora subrayó este tanto. Se volcó el Tenerife, rematando profusamente, pero no volvió a alterarse el marcador en el resto de esta fase.
Al comenzar el segundo tiempo, el Marino llevó el peligro en un avance de Minguine, que malogra Llanos con una entrada contundente. Responde el Tenerife y Néstor, que da un curso completo de buen jugar, lanza un pase profundo a Martín, corre velozmente el centro delantero dejando atrás a los defensas azules y remata imparablemente, a bocajarro, batiendo a Cristóbal.
Este nuevo gol del Tenerife produce un entusiasmo delirante en los millares de espectadores que abarrotan el Estadio, ya que es el remache a la estabilización victoriosa del encuentro por los blanquiazules.
Después de este tanto, la zaga marinista extralimita su dureza, yendo a la caza del contrario. El escándalo en el público es fenomenal y el concierto de "pitos" rebasa todo lo imaginable. Una entrada alevosa de Ramos a Eusebio, determina a Ferrera Ferraz a expulsar al jugador marinista. Y esto hace que el encuentro pierda toda su emoción e interés, ya que en el resto del tiempo, el dominio de los locales se acentúa y ya solo se ve en el campo al Tenerife, que marca otro tanto más, también por mediación de Martín, al rematar fuertemente un pase de Alfonso.
Los errores del "nazareno". Francamente, el arbitraje de Ferrera Ferraz no tuvo claridad meridiana, acumulándosele equivocaciones, lo que obligó al público a seguir su actuación con completa disconformidad, así, cuando no vio aquél clarísimo penalty en el área marinista, cuando Martín fue zancadilleado, estalló una protesta unánime, que alcanzó caracteres imponentes. Menos mal que al final adoptó la resolución de expulsar a Ramos, el cual venía rivalizando en méritos para marcharse a la caseta desde el minuto inicial de juego.
Otras veces hemos sido los primeros en aplaudir las magníficas demostraciones de ecuanimidad y conocimiento que Ferrera Ferraz nos han brindado, en alardes de facultades de buen árbitro - nos vemos obligados a establecer esta desaprobación, que viene a ser el reverso de sus anteriores arbitrajes en campos tinerfeños.