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Partido: 04-09-1947

Jueves, 4 de septiembre de 1947

 

  • MARINO F. C.
  • REAL MADRID

 

El Real Madrid, Campeón de España, juega su segundo encuentro y logra sobre el Marino una victoria por la mínima

2 - 3. Las gradas de nuestro Estadio presentaban en la tarde de hoy "el aspecto de las grandes solemnidades deportivas. Millares, muchos millares de aficionados ante el encuentro que les esperaba: Real Madrid-Marino. Un partido entre los campeones de España, en cuyas filas forman selectos y extraordinarios jugadores de los que tenemos, por la prensa, inmejorables referencias, y el más popular de nuestros onces, con muchachos de menos "relieve periodístico", pero de los que sabemos salen a la cancha siempre con la mejor voluntad, con enormes deseos, con afán de agradar. El choque, entre la calidad y el entusiasmo, entre lo que se denomina actualmente "la técnica y la táctica aprendida, preconcebida" y eso otro que aquí, en las Islas, aún somos capaces de practicar para hacerle frente la "furia canaria" a falta de grandes "reservas científicas", se nos presenta espléndido, interesante, capaz de sacar de sus casillas al más flemático y obligarle a batir palmas en su honor a unos, por sus conocimientos, y a otros, por su valentía, su nobleza.

Las gradas del Las Palmas, ante esta perspectiva, tenían ese aspecto "de las grandes solemnidades deportivas", que ya hemos señalado. Millares de espectadores aficionados con deseos incontenibles de admirar el juego de ambos clubes estaban en ellas desde algún tiempo antes de comenzar. Y vimos el encuentro. ¿Qué tal fue?

Nos hemos hecho la interrogante más difícil. Sin embargo, procuraremos contestarla lo mejor posible. El Madrid, que era el once sobre el cual convergían todas las miradas, convenció al "respetable" en cuanto a conjunto "que sabe ganar un partido". Juegan los merengues madrileños con arreglo a un sistema. Es innegable. Y lo practican bien. Sus hombres tienen una misión, una obligación que cumplir y la cumplen a rajatabla. Siguen las instrucciones recibidas antes de salir a la cancha y que ya antes han practicado. Por eso vimos al Madrid hoy, igual que el pasado domingo, actuar conforme a plan. Marcando cada cual a su hombre lanzando la pelota rápidamente al interceptarla y no malgastar tiempo ni energías en jugaditas que a nada práctico conducían y que a la "galería", sin embargo, gustan.

El Madrid realizó un juego estudiado y con mucha sobriedad. Nada de figuritas ni "poses". Eficacia, sobriedad, mínimo esfuerzo para adelantar la pelota que esta fuera la que corriera y buscar el gol sin "lujosa presentación previa". En su defensa, más bronco aún. Felino marcaje y duro en la entrada en la situación de apuro, así como despeje a las bandas, cuando el instante lo requería o interesaba. Practica mejor, pero mucho mejor el juego defensivo, casi mejor estaría decir el destructivo, que no el de ataque, el de la ligazón rápida y constante, bordada, brillante, que hace obligatorio el aplauso a la finta preciosa, con arabescos, que de este también tiene el buen fútbol asociación. Hizo un juego práctico, "para ganar", repetimos. Es el once Campeón de España un conjunto disciplinado, metódico. Nadie se establece por su cuenta. Todos juegan sacrificando el lucimiento personal. Cumplen el "todos para uno, uno para todos". Y así se mueven en el campo como un conjunto homogéneo, que es lo que buscan, y ya han logrado crear...

En frente tuvo el Madrid un cuadro, el marinista, que también actúa con arreglo a un método, aunque sus hombres no hayan aún logrado una cosa perfecta. Sacrifican un poco el esfuerzo dosificado para realizar una jugada a base de entusiasmo, de coraje, que puede proporcionarles un gol y con el lo ánimos suficientes para cargarse de moral y ganar a base de ella, con menos ciencia, pero con algo que gusta. Hilvanó el Marino muchas jugadas bellas frente al "sistema" madridista y esas combinaciones, mezcla de técnica y valentía, fueron las que el público ovacionó con sinceridad, con deseo, con entusiasmo. Y merecía esa rúbrica del espectador porque, además estaban realizadas con un sello inconfundible de nobleza, de menos truco, que las de su adversario.

El Madrid no pudo jugar a placer ni ser siempre el dueño del terreno, porque el Marino le ofreció más resistencia que su primer adversario. Más hecho el once popular, se batió bien. Le faltó delantera para golear. Aquí estuvo su fallo. No tenía interiores con rápido disparo ni con intenciones, ya que Del Toro no fue lanzado una sola vez directamente al marco.

Si en las filas azules se alinean hoy dos hombres de estas cualidades, el resultado del dominio intenso de la segunda parte, habría sido magnífico.

Juego frío, calculado, metódico el del Madrid. No siempre cuaja perfectamente sobre la cancha. Falla a veces. Si resultara como se desea, el adversario no vería una pelota y el marcador llegaría a una cifra enorme. Con hombres de gran calidad en todas las líneas es posible que el desarrollo del sistema diera esos frutos magníficos, y entonces el espectador saborearía el fútbol en su quintaesencia. El día que esto se logre, todos los cuadros españoles serían maestros.

El Madrid realizó una primera parte mejor que la segunda. Jugó más y con menos trucos o violencias. Jugó también más al ataque y por eso consiguió tres tantos. ¿En la continuación cambió el método? ¿Actuó más a la defensa o es que no pudo contener las avanzadas del Marino? Puede que sea una u otra cosa, pero lo cierto es que el cuadro local le dominó y logró dos tantos de los cuatro, por lo menos, que tuvo en las botas de sus delanteros, sin que la portería de Acosta pasara una situación comprometida.

Y también el Campeón de España usó bastante de la violencia y lanzó balones fuera en defensa apurada. No nos gustó ninguna de ambas cosas.

Es interesante esta visita del Madrid. Nos estaba haciendo falta ver algo distinto. Ya lo hemos gozado. Y nos queda aún la última experiencia; la que nos proporcione el "once" merengue madrileño en su encuentro final con el Marino. El puede servirnos de gran lección, de el podemos sacar muchas enseñanzas. Esperemos ese día.

Cuando el señor Santana Ramírez, juez de campo, dio la orden de salir a los marinistas, éstos tenían enfrente por parte del:

Real Madrid: Bañón; Clemente, Sport; Pont, Ortiz, Huete; Macala, Barinaga, Pruden, Rafa y Vidal.

Marino: Cristóbal; Polo, Victoriero; Hernández, Oramas, Bartolo; Rodríguez, Zuppo, Del Toro, Bermúdez y Sanabria.

Y al minuto Ortiz envía a Pruden, que está en completo fuera de juego, un balón alto que se lleva el delantero centro madridista y termina depositando en la red, sin que Victoriero pudiera evitarlo. La pita al "nazareno" es monumental y justificada.

Se opera una reacción valiente en los azules. Llegan hasta los dominios de Bañón, pero sin lograr mojar. Y tras sacar un córner contra su marco, que despeja Clemente, Pruden se hace con el balón, lo cede a Macala, que se interna, chuta y hace el segundo gol  a los ocho minutos, que Cristóbal pudo evitar con salida a tiempo.

El juego es de dominio alterno, exento de belleza, de filigrana. Solo sobriedad madridista, marcaje, método para ganar. Los locales enlazan varias jugadas que no acaban bien por falta de delantera. Y luego, el tercer tanto madrileño. A los veintinueve minutos. Victoriero falla un despeje, recogiendo el balón Macala, que se interna y raso lo introduce en el marco local.

Otra reacción valiente de los nuestros, pero Zuppo no tiene puntería y Del Toro no logra salvar a Bañón. Y en los minutos finales, el meta visitante da un golpe a nuestro delantero centro, distinto desde luego al que Bartolo recibió de Pont. Termina el primer tiempo que ha sido favorable a los vencedores.

El segundo lo es para los locales. Dominan la mayor parte del mismo, consiguiendo dos tantos. Acosta, que ha sustituido a Cristóbal, hace su primera parada al enviarle Gallardo, que ocupa el puesto de Pruden, un buen pildorazo y luego Sanabria por falta de picardía, malogra una ocasión para marcar. Se anima el juego de los populares y otra jugada de Bermúdez la intercepta el meta blanco al arrojarse a los pies de Del Toro. Y a los diez minutos, un córner contra el Madrid, que saca Rodríguez, tratando de interceptar Bañón, que comete falta, castigándose con penalty. Bermúdez lo transforma en el primer gol marinista.

Vemos después algunas entradas censurables, algunos empujoncitos, etc. Y Gallardo que lanza fuera dos balones fáciles. Y a los treinta y cuatro minutos, una jugada personal de Sanabria, que Bañón salva milagrosamente cuando parecía gol. A los dos siguientes Rafa lesiona a Hernández y cinco antes de finalizar, un "faut" contra el Madrid, cometido por Bañón, lo ejecuta Zuppo, cediendo a Bermúdez, quien clava en la red en medio de una gran ovación. Tres-dos. ¿Habrá empate? El Marino reacciona y ataca. El Madrid se defiende saliendo la pelota fuera muchas veces. Y Bermúdez lanza alta la última oportunidad de igualar. Acabó el partido.

Hernández, medio ala marinista, fue el mejor jugador sobre el terreno, técnica y noblemente. Vaya para él una felicitación.

Arbitró el señor Santana Ramírez, porque le entregaron el silbato. Como si nos lo entrega a...