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Pepe Álamo

 NUESTRAS FIGURAS DE AYER

PEPE ÁLAMO

Pepe Álamo. Al igual que otras regiones de España y en concreto de sus ciudades, pueblos o barrios han salido y salen contingentes de futbolistas, hablando de Gran Canaria, forzosamente tenemos que mencionar al barrio del Puerto de La Luz, donde ha habido, y hay, equipiers que han dado días de gloria al fútbol local, regional y nacional. Sin lugar a dudas, uno de ellos ha sido el popular futbolista del Victoria, Pepe Álamo. Un "as" que brilló con luz propia.

Dice: Empecé a darle a la pelota siendo un niño. En el tiempo uno de mis primeros partidos - en serio - fue entre dos formaciones de compañeros de la propia escuela donde estudiábamos que tuvo una duración de cuatro horas empatando a ocho "goals".

Poco tiempo después nuestro fútbol estaba en decadencia, pasaba horas muy amargas como consecuencia de la postguerra.

Federico Silva Rojo, manifiesta: "El campo del Porteño, era algo así como una Universidad especial, donde se cursaban estudios superiores y cuyo título enorgullecía a sus poseedores; allí iban a entrenar docenas de muchachos, pero a la hora de hacer lo que pudiéramos llamar un partido oficial, sólo tomaban parte en él, los capacitados, o aquellos que por su juego prometían ser grandes cosas. Pepe Álamo, llegó allí una tarde y se puso a dar patadas y al formarse los equipos contendientes, alguien dijo que Álamo era algo especial como extremo derecho. Me pusieron sobre aviso y empecé a fijarme en él. ¡qué maravilla corriendo la línea! ¿y sus centros?  No ha habido en Gran Canaria quién centrara como él...; aquí hemos tenido extremos derechas formidables: Paco León, Ailla, Oramas, Pepín del Río, Paquito González, Manuel Valle, Curbelo, Pita, Manuel del Pino y tantos otros, pero como Pepe Álamo, ninguno.

A principios de los años veinte, volvió a resurgir el fútbol en nuestra ciudad, gracias a los "teams" Gran Canaria, Porteño y la reorganización de Marino no tardó en llegar, no así la del Victoria, que lo fue más tarde. Como consecuencia de ello se iniciaron en el juego Alfredo Rivas, Rafael González, Pepe Álamo defendiendo los colores del equipo titular merengue. Asimismo, tenemos que decir que se fundó un nuevo club que llevó por título el nombre del barrio donde radicaba: "Santa Catalina", siendo la mayoría de sus componentes jóvenes jugadores que empezaban a iniciarse en estas lides deportivas, destacándose Oramas, Manuel Espino "Jardinero" y Juan, "El Moreno"

Tras una larga ausencia volvieron a actuar sobre el terreno del Campo de Deportes España los clubes Gran Canaria, Porteño, Marino y Santa Catalina.

Un domingo que jugaban en el citado campo Gran Canaria y Porteño, al primero le faltó el extremo derecha. Se lo recomendé a Elíseo Ojeda y Álamo jugó con el equipo merengue. Prendado Elíseo, de su actuación le comprometió a jugar en dicho club, donde actuó poco tiempo, pues al formarse el Santa Catalina, se marchó a él, y al lesionarse "Mandarrias" pasó a ocupar el puesto de delantero centro.

El Santa Catalina, poco tiempo después quedó debilitado al reorganizarse el "Victoria". Compromisos particulares, contraído con Pepe Gonçalvez, le hicieron abandonar el Santa Catalina, para ingresar en el Real Victoria, donde continuó en su puesto de centro delantero.

¿Era aquél su puesto? Creo sinceramente que no. Si como centro delantero era un gran" equipier", como extremo derecho habría sido un formidable jugador, que no es lo mismo. Piera, estuvo aquí demostrando su valía, era internacional, Álamo extremo, valía por dos Pieras, cuando menos, y hubiera sido un indiscutible. Su juego, su centro a toda velocidad, ceñidos, semi-abiertos, atrasados o el tiro fulminante a la puerta, no ha tenido ni tendrá, no sólo quien le supere, ni quien le iguale. Y es que hay jugadores que nacen con una habilidad, mejor dicho, con una modalidad propia, hace aquellos, casi sin darse cuenta, y si alguien le quiere imitar, fracasa. Hay habilidades que nacen con el individuo, es una papeleta de la naturaleza y ésta es muy parca en sus concepciones".

Pepe Álamo. Allá a principios de 1936, se verificaba que pese al tiempo transcurrido en que Álamo dejó de jugar al fútbol, y por tanto de defender los colores del Club "Victoria", en la afición deportiva se le recuerda aún con cariño, y en la mente de todo buen aficionado se conserva fresco el recuerdo del que fue extraordinario jugador.

La vida futbolística de Pepe Álamo bien merece esta distinción de los enamorados al bello deporte. Porque si entre la serie de jugadores que la afición ha distinguido por su consecuencia y amor a los colores del club en que figuraba, hay muchos y buenos, no es menos cierto que entre los más destacados debe figurar el nombre ejemplar del que fue grandioso delantero centro del Real Club Victoria.

Toda una larga vida deportiva consagrada a su Club; toda una voluntad puesta a su servicio, sin ambición, sin egoísmo, sin desmayos ni flaquezas, por deportividad y amor a su tierra. Ese fue Pepe Álamo.

Por eso aún hoy, seguimos repitiendo, la figura futbolística de Pepe Álamo goza de una gran popularidad y su hombre valioso no se ha extinguido en la canaria futbolística; antes al contrario, se agita en aquellos momentos en que la afición tiene que recordar con dolor aquellos tiempos - ¡tan cerca y tan lejanos! -, en que los defensores del Club de sus amores imprimían al juego un entusiasmo, un calor, un amor propio, que tanto se echa hoy de menos en los terrenos de juego.

Figura tan destacada y querida del fútbol isleño, tan conocida y estimada de la afición local, bien merece este recuerdo a sus pasadas glorias.

Ya hace bastantes años que dejó de jugar al fútbol. Un día vio que sus facultades no respondían a su importancia de jugador, y silenciosamente, sin bambolla alguna, se despojó del "maillot" blanquinegro que tanto tiempo había defendido, y modestamente desapareció del deporte activo para convertirse en un simple espectador.

Si algo de asqueamiento pudo haber en su decisión, lo calla, lo oculta, porque no le concede importancia o porque sería mucho dolor para él recordarlo.

Álamo no vive ya hoy la vida azarosa de aquellos tiempos pasados. La pesadilla de los entrenamientos, de una cuidada preparación; la incertidumbre, la duda del triunfo ante un difícil partido próximo a jugar, ya no existe en él.

-          El fútbol de hoy - nos dice. ¡Qué diferencia de aquel tan lejano que yo viví! ¡Qué alegría la de aquellos tiempos en que nos dormíamos soñando en el triunfo!

-          Buen fútbol aquél - sigue hablando Álamo -; había nobleza en los jugadores, virilidad, pero sin mala fe. Si en la lucha caía algún jugador lesionado, el causante del accidente corría a él y era el primero en atenderle, y no le abandonaba hasta dejarle en la caseta. ¡Hoy los jugadores no se estiman entre sí!

-          Excepciones hay, pero... contadas, muy contadas. La amistad, el buen humor de los jugadores, la fraternidad con todos sus aspectos, esa conducta que presidía todos los actos dentro y fuera de "casa", todos, unos en el campo y otros fuera de él, han desaparecido.

-          ¿Su vida deportiva?

-          No tiene importancia. Yo empecé a jugar en el club merengue, después en el "Santa Catalina" y cómo tantos otros jugadores de este club, pasé al "Victoria". En él están todas mis alegrías y mis penas deportivas.

-          ¿...?

-          ¿Recuerdos? Muchos y variados. Mi mayor alegría fueron los días que logramos resonantes triunfos para Gran Canaria en la primera excursión que realizó el "Victoria" por tierras peninsulares.

-          ¡Qué diferencia de aquél fútbol romántico, de pasión, de entusiasmo, a éste de ahora, de egoísmo, de cálculo, de taquilla!

Cumplo el encargo, y a la vez, señalo la deuda que el fútbol de Gran Canaria y al frente su predilecto Club Victoria, tienen con el que fue ejemplo de futbolistas y jugador para que si las circunstancias se encaminan por otros derroteros tras una nueva reconquista del fútbol, llegada esta oportunidad, deba rendírsele a este gran "as" el homenaje que se merece.

Pepe Álamo fue el centro delantero más popular de las Islas Canarias; su nombre, su popularidad, llegó hasta los grandes clubes peninsulares, ingresando en uno de ellos, el Real Club Deportivo Español, pero ya llevaba en la sangre el virus de la maldita enfermedad y tuvo que volver a Las Palmas.

Descanse en paz el gran jugador victorista, por cuyos colores sentía gran cariño y veneración.